Carta al revés a los Reyes Magos

Lo confieso: me gusta escribir la carta a los Reyes de Oriente. Es la fiesta que más me ilusiona de la Navidad. Me siento niño de nuevo al contactar con mis deseos, al plasmarlo en una hoja (me gustan las que regalan en los centros comerciales…tan alegres….).

Pero este año, voy a escribir una carta al revés, porque creo que este año, pandemia incluida, nos ha traído momentos para sentir que hemos recibido muchos regalos y que hay motivos para sentir que –a pesar de la sensación en contra- puede haber sido un buen año. Es bueno comentarlo, porque es una forma de agradecer “con efecto publicidad”.

Un refrán conocido lo dice claramente: “De bien nacido es ser agradecido”, sin embargo, hoy día no existe una cultura del agradecimiento, parece que no somos capaces de valorar lo que recibimos y tenemos. Muchos comentarios actuales van en línea de lamentar lo que no podemos hacer… se nos impone el “no puedo” y las limitaciones, pero no nos damos cuenta de las posibilidades.

Agradecer es una forma de situarnos ante la vida. Agradece quien no vive la vida como si fuera eterna. Es una forma de ser generoso y de devolver a la vida parte de lo que nos da. Quien sabe recibir con gratitud también sabe dar con generosidad y saber dar supone no pasar factura. Quien agradece genera un estado mental que resulta en un círculo de virtud en nosotros y en los demás. En nosotros, porque agradecer nos engrandece y hace que seamos mejores personas; en los demás, porque reciben el efecto de lo que hacemos y hace que se sientan mejor y más unidos a nosotros.

Nadie, ni siquiera la vida, está obligado a darnos nada. Por eso es de agradecer todo lo que recibimos. Basta con mirar las cosas de otro modo. Basta con esforzarse por descubrir regalos, porque todo es o puede ser un presente. Incluso nuestra vida es un regalo. Estoy vivo a pesar de un virus que se ha manifestado como mortal. Tengo cerca a las personas que quiero. He podido comunicarme a pesar de no poder estar juntos. He descubierto mi capacidad y fuerza ante esta adversidad. He redimensionado algunas cosas que antes ocupaban mucho en mi vida y que ya no quiero que estén de forma tan excesiva.

Hay un proverbio francés que dice que “La gratitud es la memoria del corazón”. y mi corazón se siente agradecido de poder iniciar un año más, de poder poner la ilusión comedida en lo que vendrá. No quiero pensar más allá de la realidad y soñarme ya sin virus… la realidad es la que es, pero, eso sí, quiero elegir cómo afrontar esta situación, estos momentos. Y decido agradecer lo que tengo en vez de quejarme por lo que no hay.

 

Por eso mi carta de ilusión de este año no va a empezar con un “quiero”, sino con un “gracias”.